Lo interesante, claro, es la forma. Cada uno de sus 30 pretextos está encriptado en códigos QR que el autor ha esparcido por la ciudad de Barcelona (la acción había sido desarrollada anteriormente en México, país de origen del autor y está pensada para que pueda ser continuada no importa dónde). El paseante que topa con ellos puede leerlos con el lector de su móvil y continuar el texto. A partir de ahí puede generar él mismo su propio código y aumentar la proliferación de códigos para continuar la historia.
Por otro lado existe una página web donde también se puede seguir el proyecto. En este caso se ofrece un mapa de la ciudad con los lugares donde están los códigos, uno tiene la opción de pulsar sobre el icono e ir leyendo los textos añadiendo nuestras propia continuación o marcarse un itinerario para recorrerlo en persona. Algo así como entrar en la red social con pies y manos, como si la realidad fuera 2.0 y nosotros los peones de un juego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario